Antes que el museo estuviera emplazado en el predio de la ex Usina Gral. San Martín, ellas ya estaban.
Antes que nosotros llegáramos, ellas ya estaban.
Antes que hiciéramos la visita con el taller, ellas conocían de otra manera el entorno.
Mauricio Kartun habla de las contracciones: de la suma de dos sale un tercero que no es igual a 1+1, no es la suma de las partes. Ocurre eso en pintura, en teatro, en poesía. Pero también en un taller, o, al menos, en el nuestro.
Las chicas son de acá. La mayoría nacieron y crecieron en las cercanías de este lugar: el conocimiento que tienen del espacio es el de la persona que lo habita. Mapa inexacto de usos y costumbres. Recorridos constantes y simétricos, con tangentes y salidas de emergencia (“si caminás sola, no podés pasar por la cerealera. Te gritan cosas.”).
Este es el espacio de su vida.
Nosotros (y solo en este sentido debemos marcar una diferencia, porque el “nosotros” implica también a “todos los que participamos, estamos, hacemos el taller”, dicho de otro modo, “todos”, “ellas y nosotros” ) estamos un poco de visita.
Con mirada de turista, percibimos todo aquello que nos resulta extraño y tratamos de buscar semejanzas con lo conocido.
Pero la mirada se acostumbra de a poco, vamos borrando aquellas cosas que no comprendemos, que nos empiezan a resultar familiares, que se diluyen en el paisaje del lugar. Entonces, solo queda ese híbrido entre la mirada de ser de afuera y ser un poco de acá, híbrido no fecundo si no existieran instancias de interacción con quienes realmente habitan el lugar.
El taller es ese lugar donde se conciben nuevas imágenes.
El taller es la posibilidad de esa contracción. De la creación de formas nuevas que aumentan el lente con el que se mira lo que hay alrededor pero volviéndolo comprensible, traduciéndolo en un lenguaje local. O al revés.
Los recorridos por afuera no son para que las chicas “vean” qué hay. Son introspecciones para unos y otros.
Introspecciones, al fin, de la mano del de afuera y de la mano de quien habita.
domingo, 25 de octubre de 2009
sábado, 24 de octubre de 2009
VEGETACIÓN MUTADA: SIN LLUVIA CRECE IGUAL.
La vegetación mutada es imaginaria pero de una genética posible: a pesar del clima árido, de la falta de lluvia, de las ráfagas huracanadas, la vegetación del taller está empezando a crecer.
Pronto, se verán las flores brillantes.
Pronto, se podrán sentarse sobre una planta plana, que los deja tomar mate sobre ella.
El taller va dando color a la Rambla: las vegetación mutada irá tomando el alambrado perimetral y el duro suelo de cemento.
¡A PREPARSE! Por suerte, ¡no a todo seca esta sequía!
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